Las mejores ideas de inversión suelen llegar de los lugares más insospechados.
Ciertas enseñanzas que resultan fundamentales para nuestra construcción patrimonial rara vez las encontraremos en un libro de inversión, siendo más sencillo entenderlas a través de una biografía o incluso de forma habitual en una novela.
La razón tiene que ver con la forma que tiene de procesar nuestro cerebro, la misma por la que durante cientos de años se ha transmitido el conocimiento en forma de parábolas y metáforas.
Unir los puntos en base a nuestras experiencias cimenta un conocimiento mucho más profundo y duradero, pues asimilamos, y reconocemos posteriormente un patrón que es común a varias situaciones.
Este verano trajo a mis playas lectoras “El libro de Charlie. Sabiduría de la remarcable vida americana de un hombre con 109 años”, un libro del columnista y editor del Washington Post, David Von Drehle, que por el momento sólo está disponible en su versión original en inglés.
El libro parte de la llegada de la familia Von Drehle a una zona residencial de Kansas City huyendo del ajetreo vertiginoso de la ciudad.
Una tarde tórrida de un domingo veraniego, David conoce a Charlie con 102 años lavando el coche de su novia que se ha quedado a dormir.
Desde los 102 a los 109 años ambos se hacen amigos y comparten multitud de conversaciones sobre los más diversos temas, que van salpimentando la novela conectando los puntos de la vida de un hombre normal con algunas características extraordinarias.
La vida de Charlie fue un torrente de vitalidad. Un hombre que nació antes de que existiera la radio y llegó a usar de manera regular un teléfono inteligente. Vivió guerras, recesiones, epidemias así como cambios vertiginosos y revoluciones.
Ciento nueve años sin duda dan para mucho.
La característica fundamental de Charlie fue sin duda el optimismo, aderezado con valentía (o inconsciencia según se mire), y una capacidad de dejar atrás las malas experiencias y momentos de su vida, contándose a si mismo una versión de los hechos que minimizaba la parte negativa y se quedaba con la positiva.
Para muchos, esta visión de la vida puede ser poco realista y en cierto modo un autoengaño.
Para Charlie, que perdió a su padre a los 8 años partido por dos en uno de los primeros ascensores de un rascacielo, fue enviado a un campamento en el que probablemente fue abusado sexualmente y cuya madre le dio una libertad que en múltiples ocasiones pudo costarle la vida, fue sin embargo su fórmula de salir victorioso y tener una vida longeva.
Lejos de los clichés habituales sobre cómo vivir una vida sana, cuando a Charlie le preguntan si cumplía los más habituales, tal como son dormir 8 horas, comer saludable, no fumar etc.. su respuesta siempre fue la misma.
Pura suerte.
Y es que Charlie fue realmente una anomalía estadística, que nos demuestra que tal y como sucede en los mercados, la vida por lo general es un misterioso milagro en equilibrio.
Charlie estudió medicina, atravesó los indómitos caminos, que ni siquiera podían considerarse carreteras desde Kansas a Los Angeles en un precario Ford T, volviendo a casa arriesgando su vida de polizón en varios trenes, sobrevivió a la Gran Depresión ejerciendo de médico en un entorno en el que a duras penas le pagaban con trueques y participó en la Segunda Guerra Mundial aprendiendo nuevas habilidades en un ejercicio continuo de abrazar la incertidumbre.
Sin querer destripar el libro, que recomiendo encarecidamente, a lo largo de las siguientes entregas compartiré con Vds. algunos pensamientos que me vinieron a la cabeza durante la lectura del libro, por su fuerte correlación con nuestra vida inversora.
Conforme iban pasando las páginas, que difícilmente podía dejar, más y más ejemplos me venían a la cabeza acerca de cómo nos agobiamos por los problemas más triviales y llegamos a caer en el pensamiento de que el mundo actual es mucho más incierto de lo que lo fue en el pasado, cambiando más deprisa.
Cuando Charlie nació no existía la radio, ni la penicilina. Dos guerras mundiales, grandes recesiones, pandemias como la gripe que asoló Europa llegada de Estados Unidos, satélites, internet y un largo torrente de cambios continuos, nos dejan claro que no fue ni mucho menos una centuria cómoda.
La razón sencilla y que tanto nos cuesta asimilar es que nunca lo es.
Poco se habla en el libro sobre la faceta inversora de Charlie, más allá que en sus últimas décadas asistía a un Club de Inversores más orientado a las acciones tecnológicas y startups, y en general es bien cierto que su olfato inversor fue más bien escaso, pero también lo es que gran parte del éxito que cosechó y le dio una vida próspera con condiciones de partida muy desfavorables, se fundamentó en principios que todos podemos aprovechar.
Si les parece interesante, en breve comenzaremos con ello.
Esperemos les sea provechoso.