Los mercados alcistas tienen muchos hijos, pero dejan pocos nietos.
Simplificando mucho las cosas podemos decir que el cerebro humano tiene dos modos de funcionamiento, la parte que podríamos asociar a un modo inconsciente y la parte más racional que sería la consciente. Una actuaría de forma rápida e impulsiva y otra de manera más pausada. Una consumiendo pocos recursos y otra invirtiendo mucho esfuerzo y recursos en la tarea.
Recuerdo cuando éramos pequeños que solíamos jugar a un juego. Consistía en una conversación similar a esta:
- ¿De qué color es tu nevera?
- Blanca.
- ¿Qué beben las vacas?
Y la respuesta por lo general solía ser: leche.
En aquellos tiempos la mayoría de neveras eran blancas, y sólo unos pocos hogares habían sucumbido a la moda de finales de los ochenta, principios de los noventa en que las neveras se chapaban del mismo tipo de madera de la cocina, por lo que el cerebro simplemente asociaba blanco, vaca y … leche. Así de sencillo.
Uno piensa que con la edad ,este tipo de cosas ya no suceden, pero para nuestra sorpresa, suceden mucho más de lo que pensamos. Miras cuatro cosas, estableces un patrón y lo conviertes en certeza. Nos movemos así para librar al cerebro del consumo constante de energía, con el escollo de que cuando lo aplicamos en cuestiones sin importancia no suele haber problema, pero cuando son temas en que nos jugamos más, lo seguimos haciendo igual.
El mundo inversor no se libra de este modo de funcionamiento y los inversores pasamos de la avaricia al miedo extremo con una facilidad pasmosa. A veces hay causas reales de fondo para la preocupación y otras no, pero realmente da igual porque siempre habrá alguna amenaza o promesa de grandes riquezas que nos hará proyectar un futuro imaginario en nuestras mentes.
Todo esto se agrava por el exceso de confianza. El efecto difícil/fácil es algo realmente curioso, pues tendemos a actuar con menos confianza ante problemas fáciles y con demasiada ante difíciles. Como ejemplo en el ejercicio de elección 50 (choice 50/C50), los sujetos deben elegir entre dos alternativas y a continuación, valorar su confianza en la elección entre 0,5 y 1. Los investigadores ven de manera repetida que a medida que aumenta la dificultad del juicio, también se incrementa de manera extrema el desfase entre confianza y acierto.
Estos días estamos viviendo un aumento sustancial del ruido, pues desde luego hay razones de peso para ver con preocupación el futuro a corto e incluso a medio plazo. Cuando esto sucede, muchos inversores comienzan a pensar si no es el momento de cambiar la estrategia, venderlo todo etc..
La cuestión es si realmente ha habido en toda la historia de la inversión en renta variable un momento en que no pudiésemos encontrar los mismos argumentos con diferentes envolturas. Si cinco años más atrás no podríamos haber visto los mismos. Si diez años más atrás lo mismo.
Curiosamente los inversores, especialmente cuanto más nóveles son, más confianza desarrollan en su capacidad de predecir la evolución de los siguientes meses, lo cual les lleva inexorablemente a tomar decisiones tácticas que hubieran hecho mejor en no tomar. Como ejemplos podríamos citar desde venderlo todo en un extremo, a sobreponderar compras en una compañía en la que acumulan pérdidas sustanciales porque “ya no puede caer más”.
Si se fijan, tanto en uno como en otro extremo, nuestro cerebro lo que realmente buscará son soluciones rápidas y sencillas, que en ambos casos se verán con confianza como las mejores opciones.
Pararse a pensar que no tiene ningún sentido alterar una estrategia definida desde hace años de compras periódicas o no profundizar de nuevo sobre la tesis que le llevó a uno a invertir en tal o cual activo, exige un acto de humildad complicado en el que el cerebro peleará por ahorrar energía y tomar el camino directo de la opción que vea como menos dolorosa.
Esta y no otra es la causa fundamental por la que los mercados alcistas tienen una gran cantidad de hijos (nuevos inversores), pero dejan pocos nietos (inversores que continúen a través de mercados alcistas y bajistas).
Si usted tiene la suerte de ser un nieto , bisnieto o tataranieto, está de enhorabuena, pues habrá aprendido el precio de la renta variable y es probable que logre generar rentabilidades razonables en el largo plazo.
Si por el contrario lleva poco tiempo invirtiendo y se ve a sí mismo con gran confianza por los resultados que ha generado durante el último lustro, tenga en cuenta que las probabilidades de que se mantengan de manera creciente son muy limitadas y que tarde o temprano habrá que atravesar de nuevo periodos de sequía. Estos periodos son muy necesarios y convenientes para poder continuar acumulando patrimonio. Con el tiempo es probable que se de cuenta de que los momentos de más riesgo fueron en los que realizó las inversiones con mayor confianza y viceversa.
No se torture, es la naturaleza de los mercados. Y la suya.