Recorrer el camino en el que las certezas disminuyen y las dudas aumentan, sin desfallecer ni desanimarse, es quizá una buena definición de lo que supone una vida inversora.
Conforme se va ganando experiencia en los mercados, un inmenso “si, pero también…” va apareciendo en cada verdad que al inicio del camino creíamos inmutable.
Para muchos, esto es un problema y para otros, simplemente la constatación de que el mundo en si es imprevisible y casual, y que a lo más que puede aspirar el hombre es a la adaptación a las circunstancias.
Cuando un inversor comienza, la tonalidad de grises todavía no es distinguible, y la visión del blanco y negro como conceptos absolutos, permite al recién llegado que se adentre en un complejo mundo, cuya barrera de entrada inicial resulta abrumadora para muchos, y que se suele cruzar con una mezcla de inconsciencia, aderezada por la codicia (y la todavía ausencia de miedo), de ver en otros un éxito que por simple mímesis estimamos también poder conseguir.
De nuevo esta no es tampoco una verdad absoluta, y probablemente haya tantas puertas de entrada como personas, pero en mi experiencia es un escenario que con más o menos diferencias, muchos hemos recorrido y poco tenemos de lo que avergonzarnos, pues los inicios son siempre parecidos.
Por mucho que con el tiempo echemos la vista atrás y nos sorprenda nuestra candidez al aceptar como ciertos, axiomas que en ocasiones lo son pero en otras no, sólo es necesario reflexionar un poco para entender que realmente necesitábamos esas tablas a las que agarrarnos, para poder entrar en un mundo turbulento, aleatorio y complejo.
Es un proceso de aprendizaje, y así debemos entenderlo.
Tiempo después llega otro maestro cuyas enseñanzas son especialmente duras. El tedio.
Lo primero que pone a prueba al inversor es la gota malaya del paso del tiempo. La incómoda espera del largo plazo. Esa nada que se mide en décadas y que tan pocas ,- pero excelentes-, oportunidades da, como a tantos separa del camino.
La inversión real tiene poco de entretenimiento, aunque en estos días sea el reclamo por el que algunos se acercan, y mucho de espera. De paciente trabajo en el proceso. De entenderla como los padres entendemos a nuestros hijos en sus edades más tempranas, con sus rabietas e irracionalidad, mientras lentamente tratamos de cincelarlos, -con más o menos éxito-, creyendo que ponemos en ellos nuestra huella, ignorando en gran medida lo pequeña que realmente es.
Igualmente nos sucede en los mercados financieros. El simple espíritu alcista o bajista de los activos, nos lleva a la euforia o la desesperación, confundiendo nuestra habilidad con la mera suerte de estar en el sitio adecuado en el momento adecuado, o atormentándonos por haber seguido correctamente nuestros métodos sin obtener el resultado deseado.
La vida es aleatoria y los mercados son un reflejo de la misma. Hay cosas que simplemente pasan, y luego les damos un significado. No importa que no sea cierto, simplemente nos resulta creíble. Y ser creíble es todo lo que necesitan nuestras narrativas para permitirles que se queden con nosotros.
De nuevo esto no es bueno ni malo. Simplemente a veces es. Reflexionar sobre ello te puede dar una ventaja conociendo mejor tus puntos débiles, que tarde o temprano te pueden jugar una mala pasada.
Suerte y habilidad. Habilidad y suerte.
Piensa un poco en todas las verdades con que iniciaste tu camino y trata de aplicar el “Si, pero también…”.
La inversión en compañías de calidad es la mejor forma de invertir. “Si, pero también es improbable que aciertes en una cartera con compañías de alta calidad comprada a precios razonables”.
La inversión indexada es la mejor forma de invertir. “Si, pero también es difícil encontrar inversores que hayan sido capaces de mantenerse en el camino toda su vida, con indexados puros sin dejarse llevar por otros experimentos que disfrazados de indexados, son todo menos eso”.
La inversión por dividendos es la mejor forma de invertir. “Si, pero también es importante entender que analizar la sostenibilidad y el crecimiento futuro de un dividendo es un ejercicio complejo al alcance de pocos, y que hay épocas de tu vida en que es mucho mejor capitalizar al máximo”
La inversión cuantitativa es la mejor forma de invertir. “Si, pero también hay muchos aspectos que quedan fuera de una cuenta de resultados. Proyectar los resultados futuros, tampoco es posible así como eliminar el fraude contable”
Podríamos seguir con cientos y cientos de ejemplos y contraejemplos en una y otra dirección. Es un buen ejercicio para poner a prueba nuestras creencias.
Cuanto más ahínco pongamos en defender una certeza absoluta, más deberíamos poner en tratar de ver otros ángulos.
Aumentar las dudas es duro, como lo es sobrevivir al tedio, pero son cuestiones necesarias para evolucionar y aprender.
No se puede crecer sin dejar atrás los constructos mentales que nos sostenían hace años. Aceptar esto es aceptar la experiencia humana. Adaptarse al medio que nos toca y aprender.
En la era del entretenimiento masivo digital inmediato, mirar hacia adentro y aislarse del ruido es una gran ventaja competitiva. Siempre lo ha sido y previsiblemente siempre lo será.
No hay un único camino, sino cientos. A veces todo es tan sencillo y tan complejo.
Un poco mejor cada día, en días soleados y tormentosos.
Y a recorrer el largo plazo.