El tiempo y la experiencia
En el mundo de la inversión, a menudo se nos dice que el tiempo es un factor crucial. Pero no solo por el poder del interés compuesto, que es la base de todo. El tiempo juega a nuestro favor de una manera más profunda, casi intangible: nos aporta experiencia.
Recuerdo una presentación en Value School sobre renta variable para inversores conservadores, basada en inversión por factores, donde Arturo preguntó a Luis A. Iglesias: «¿Sabes cuál es el factor más importante en la inversión a largo plazo?». La respuesta fue tan sencilla como importante: «el plazo, es decir, estar todo ese tiempo invertido». Pues bien, yo añadiría que si, a medida que ese tiempo pasa, te estás haciendo más experto y más sabio, el resultado es aún mejor.
Hay una gran diferencia entre tener muchos años y acumular experiencia. Uno no se hace más experto simplemente por el paso del tiempo, sino por lo que aprende en el transcurso de ese tiempo. Es la reflexión, el análisis y la aplicación de lo aprendido lo que nos hace mejores.
Cada año que pasa es una oportunidad para aprender. Cada nuevo conjunto de datos que incorporamos a nuestros sistemas nos da una visión más completa y detallada de la realidad financiera. Esta acumulación de información nos permite perfeccionar nuestros modelos, pulir nuestras estrategias y, en definitiva, mejorar nuestra toma de decisiones.
Los datos y la experiencia llevados a la práctica
Actualmente, tenemos más de treinta modelos operativos. Unos pocos están funcionando en tiempo real en el fondo, mientras que otros están en nuestro laboratorio. Cada uno de estos modelos lo tratamos como si fuera un fondo de inversión independiente, registrando su valor liquidativo diario. Con el paso de los años, este registro detallado se convierte en una fuente de datos inestimable, una auténtica mina de oro para el análisis.
Cada semestre, nos sentamos para analizar detenidamente toda esta información. Estudiamos el comportamiento de los modelos, el tipo de compañías que nos proponen y cuán complementarios son entre ellos, buscando la mejor diversificación posible. En virtud de todo este análisis riguroso, tomamos nuestras decisiones. Esta disciplina nos permite ir más allá de la teoría. No solo sabemos qué modelos funcionan, sino que tenemos un historial probado de su rendimiento en diversas condiciones de mercado. Este conocimiento empírico es el que nos permite tomar mejores decisiones.
El valor de la Inteligencia Artificial
Y en este camino, el uso de las herramientas de Inteligencia Artificial ya nos empieza a aportar un valor extraordinario. Si en algo es buena la IA, es precisamente en su capacidad para analizar una cantidad masiva de información de manera rápida y eficiente. Nuestros modelos y su operativa se basan en la estadística, un campo que tiene una conexión intrínseca con la IA.
La Inteligencia Artificial nos ayuda a procesar, automatizar y ser más productivos en un conjunto de datos cada vez más grande, superando las limitaciones de cualquier mente humana. Esto nos permite mejorar nuestros modelos actuales y desarrollar nuevas estrategias, extrayendo la máxima información de cada dato. Con el tiempo y con cada nueva iteración, el círculo de aprendizaje se fortalece, haciendo que nuestra operativa sea cada vez más precisa y robusta.
Un meta-análisis constante y la mejora continua
El tiempo nos permite hacer un meta-análisis constante. Es por eso que el fondo de hoy es considerablemente mejor que el que se inició hace seis años. Y no solo por una cuestión de deseo, sino por convicción, pensamos que el fondo de dentro de cinco o diez años será mejor que el actual.
No se trata de adivinación o de simple optimismo. Lo que hacemos es un proceso de mejora continua. No buscamos la sobreoptimización de nuestros modelos, porque sabemos que ese no es el camino en el volátil mundo financiero. En cambio, nos enfocamos en el aprendizaje constante. Cada año, por ejemplo, solemos añadir unos 5 modelos más a nuestro laboratorio, incrementando nuestro arsenal de estrategias. Esto ya está impactando positivamente en el rendimiento del fondo actual, y es una muestra clara de cómo el tiempo, la disciplina y la acumulación de datos nos permiten construir un futuro de inversión más sólido.
Al final del día, el tiempo no es solo un indicador de nuestra antigüedad en el mercado. Es nuestro mejor aliado. Es lo que nos permite acumular datos, ganar experiencia y destilar lo mejor de nuestra inteligencia en modelos que, con cada año que pasa, nos hacen más fuertes, más sabios y esperemos que más rentables.
Lo mejor, sin duda, está por llegar.
Gran artículo, Manuel y muy de acuerdo. No sólo el tiempo… es la experiencia lo que nos da el valor. Y en en cuanto a la AI, pues creo que tenemos que tomárnosla como lo que es: una herramienta poderosa y que , como tu muy bien dices, aplica perfectamente al fin que perseguimos. El tratamiento masivo de datos y el encontrar patrones no obvios es una de las cosas «que se le dan bien», si se puede expresar así. Abrazo!