Lo que me costó más de veinte años aprender

Me costó más de veinte años aprender estos conceptos que pueden cambiarte la vida como inversor, abriéndote las puertas de una riqueza inimaginable.

Aquel día, mientras disfrutaba de un aromático café frente a ese mar que ha sido crisol de culturas desde el inicio de los tiempos, entendí, de repente, la verdad absoluta sobre la que se cimentaban el resto de las cosas y que ahora tú podrás aprender sin esfuerzo.

Si mientras leías el párrafo anterior crecía lentamente en ti un suave escepticismo que se aproximaba a la indignación conforme avanzabas, enhorabuena: tu sentido arácnido para la detección de cantamañanas está bien calibrado.

Si, por el contrario, no fue así, no te desanimes. Los sesgos humanos son poderosos, y cualquiera que niegue haber sucumbido a cosas similares cuando se acercaba a una nueva disciplina y veía atajos o caminos tapizados de oro y diamantes, o bien está mintiendo, o pertenece a ese gran grupo de personas que simplemente quieren creer en algo, pues la duda es demasiado incómoda.

En el camino de aprendizaje de una vida inversora, conforme uno amplía la lente de este particular microscopio movido por la curiosidad, la imagen se hace más nítida sobre el tema que investiga, definiendo un claro “sí”. Lo triste, o no, del asunto es que, si se sigue acercando más al objeto, aparece justo al lado una rotunda coma acompañada de la palabra “pero”.

El “sí, pero” es, por tanto, el laberinto sin salida al que, una y otra vez, nos vamos acercando, frustrando a unos y satisfaciendo a otros, en el arduo y complejo empeño de dar luz sobre aquello que ignoramos.

Creo que en inversión pocas cosas son tan peligrosas como saber un poco de algo. Además, en la era de las redes sociales, donde cualquiera puede tener un micrófono y un altavoz, la probabilidad de estar escuchando una verdad a medias se multiplica exponencialmente. Es precisamente esa parte de verdad lo que legitima al señor o señora con micrófono, que alegremente ha descubierto su particular agua caliente y no puede esperar a difundir la palabra y evangelizar para que otros le sigan en su ruta hacia ninguna parte.

Veamos algunos ejemplos que nos den algo más de luz sobre esto.


Este fondo lo ha hecho muy bien.

Cada vez que leo estas palabras, un suave escalofrío recorre mi espalda. Dependiendo de lo aburrido que sea el día y las ganas de entrar en discusiones bizantinas, es posible iniciar un diálogo socrático sobre cuestiones como:

¿Es coherente el fondo con su mandato? Es decir, ¿hace lo que dice que va a hacer?

No es el primer ni el último fondo que empezó atrayendo a inversores por una filosofía de inversión en valor y que, años después, por arte de birlibirloque, se convierte en un vehículo que invierte en bitcoin, criptomonedas o —rellena aquí— en el activo de moda cuando leas esto.

Si mides el éxito por la rentabilidad, estarás encantado de poseer un activo en el que, básicamente, te han engañado.

En estos casos siempre viene bien recordar la analogía de Greenblatt y el alegre inversor que corría con una antorcha en un polvorín.


Comparado con el MSCI World/SP500/XX, su desempeño ha sido…

Las comparaciones son odiosas, como bien dice la sabiduría popular, pero, puestos a hacerlas, para evaluar un vehículo de inversión hay que entender en qué activos invierte y encuadrarlo dentro de esa categoría. Otro “sí, pero” importante sería entender si dicha categoría tiene algún sentido, lo que, conforme más profundizas, deja ver su poca utilidad.

En el mundo real es sencillo ver que comparar el crecimiento de un pato con el de una vaca, más allá de correlaciones espurias, no aporta demasiada información. Sin embargo, al ser lo más sencillo, es habitual que en conversaciones inversoras se evalúe un desempeño por su comparación con un índice de referencia.


Esta empresa está a PER 8 y, por tanto, está barata.

Si todavía crees que este sencillo parámetro puede darte una idea de si una inversión está cara o barata en la era digital, trata de profundizar en la parte contable. Hay un mundo ahí fuera por descubrir, apasionante una vez te sumerges, aunque complejo de entender.

El PER es una herramienta popular por su aparente sencillez, pero tremendamente nociva por todo lo que deja fuera. Probablemente cause más daño que beneficio a la mayoría de inversores, especialmente principiantes.


La mejor estrategia de inversión es _______.

Hoy en día, cuando vamos a comprar cualquier gadget, recurrimos a internet para que nos diga cuál es el mejor. En inversión pasa algo parecido y, cuando uno se inicia, es habitual elegir una estrategia o “dojo” donde formarse.

La realidad es que no existe una estrategia de inversión que sea la mejor para todo el mundo. Incluso encontrando una que nos resulte cómoda, es poco probable que lo sea para toda nuestra vida. Vivir es aprender, crecer y aceptar que ciertos zapatos cómodos a una edad, no lo son a otra.


Leer muchos libros de inversión te hace mejor inversor.

De nuevo, otro gran “sí, pero”. Leer sobre otros inversores es estimulante, y si está alineado con nuestra ideología inversora, el sesgo de confirmación se refuerza. Pero cuanto más nos sumergimos, más dejamos fuera del perímetro y menos conscientes somos de los fallos que cualquier estrategia tiene.

Una de las grandes lecciones que he aprendido es que, si no sabes defender bien el argumento de tu oponente, no sabes plenamente defender el tuyo. Leer de todo, y especialmente sobre temas ajenos a la inversión, amplía enormemente el campo de visión.


Invertir periódicamente es mejor que todo de golpe.

Aunque estadísticamente no sea la mejor estrategia, para muchos resulta más intuitiva y emocionalmente más fácil. Y a la inversa: hacerlo todo de golpe también es un “sí, pero”, ya que en ocasiones el patrón se romperá.

Invertir bien es incómodo, especialmente si uno quiere hacerlo con rigor.

Sentirse seguro por el calor del grupo no garantiza que la inversión sea segura. Dale un par de vueltas a esto, porque realmente es importante.


¿Es buen momento para invertir ahora considerando que…?

Esta pregunta refleja que uno no ha renunciado a la búsqueda del Santo Grial y es presa perfecta para el influencer que monetiza tu atención. Nadie con honestidad intelectual sabe responderla. Los pocos que lo hacen suelen ofrecer respuestas bellas y ornamentadas, pero efímeras.

La geopolítica, el devenir de los avances científicos, el PIB del país donde está la empresa y otros parámetros más o menos sofisticados, pueden dar a nuestro gurú de cabecera la impresión de haber sido ungido por el bálsamo de la clarividencia. Lamentablemente este bálsamo tiene una duración breve, y si uno ha tomado alguna decisión patrimonial bajo sus influjos hará bien en encomendarse al santo de su preferencia, cuya protección probablemente necesitará.


Según esta hoja de cálculo, dentro de veinte años…

La madurez del inversor se mide por cicatrices y por aceptar que, si quieres hacer reír a Dios, le cuentes tus planes. Se ha escrito más ciencia ficción en Excel que en Word.

Planificar el futuro es importante, crear modelos puede serlo también, pero entender que la realidad supera a la ficción es algo que simplemente pone a uno frente al espejo de la realidad. La vida simplemente no se puede predecir, por lo que el esfuerzo siempre tiene que ir encaminado a poner el foco en todo en lo que uno pueda tener control y aceptar lo que venga. Es duro de entender, pero más duro suele ser negar la realidad.


Podríamos seguir páginas y páginas con “sí, peros”. Nadie se escapa, ni siquiera quien escribe estas líneas. La vida sin certezas es dura, pero renunciar al proselitismo y a las medias verdades es un camino más honesto.

Muchas veces admiro al capaz de vivir en un mundo en que de antemano ha decidido la gran verdad y que después de aquello, Finisterre. La ignorancia es la felicidad y demás frases hechas.

La realidad es que no lo envidio, porque una vida sumida en el desprecio a nuevas formas de conocimiento o a dejarte en ridículo a ti mismo cuando nadie te ve, siendo consciente de lo equivocado que estabas, no es tan mala vida al fin y al cabo. Solo hace falta tomarse uno menos en serio y disfrutar de tus grandes contradicciones con sentido del humor.

Para terminar, decirte que si has llegado hasta aquí y en alguno de los puntos te surge un gran «sí, pero», enhorabuena, has renunciado al camino fácil y te saldrás de la senda del rebaño para buscar tus verdades o al menos para darte cuenta de que no se cumplen siempre.

Te diría que es un camino reconfortante, si, pero…

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