El mundo se mueve siempre al compás de la evolución y el progreso. Este axioma por todos conocido suele ser visto de manera diferente durante tres estadios fundamentales: la preparación, la introducción y la consolidación del cambio.
En las etapas iniciales o embrionarias de un cambio, las cosas se ven de un modo bastante diferente a cuando se han consolidado. Lo que hoy se acepta como mejores prácticas, un día fue una manera cuando menos, poco ortodoxa o que, directamente, se enfrentó a la resistencia al cambio pues no encajaba con las reglas del momento.
Para ejemplarizar esta transición tan necesaria como dolorosa, vamos a ver dos ejemplos sobre cómo es posible romper las reglas aunque, a veces, debamos pagar un precio importante por ello. Hoy veremos el primero y la semana próxima el siguiente, tratando de acercarles un poco más al proceso de creación y ruptura de reglas en cualquier ámbito, incluyendo, de modo general, por supuesto la inversión y la estrategia de Adarve Altea en particular.
El primer ejemplo y, probablemente, más conocido por tratarse del extraordinario libro de Michael Lewis que se popularizó al llevarse a la gran pantalla, es la vida de Billy Beane junto al joven economista Peter Brand. El libro y la posterior película en cuestión es Moneyball. Rompiendo las reglas, una verdadera obra de arte en la que todo aquel que, en alguna ocasión, haya atravesado las procelosas aguas de la innovación, se verá parcialmente reconocido.
Sin ánimo de hacer spoilers, la historia cuenta cómo Billy Beane se enfrentó al status quo imperante en el mundo del béisbol, desde un pequeño equipo con escaso presupuesto, apoyándose en la estadística y los datos de la mano de un joven e inexperto economista.
Los primeros compases de la película son sencillamente brillantes. Las reuniones en que Billy trata de hacer valer su innovador enfoque que le enfrenta, no solo a los ojeadores del equipo sino al propio entrenador, muestran lo complejo que es siempre adoptar procesos innovadores. Si los resultados son inmediatos no hay problema, el cambio se acogerá de manera natural, pasando a verse como una evolución lógica y obvia del proceso al que complementa o desplaza. Si los resultados tardan en llegar, y en el mundo real, siempre suelen tardar en llegar, las cosas se polarizan a gran velocidad, haciendo que sea tremendamente complejo navegar con el viento en contra y el propio sistema aniquila de manera fulminante la mayor parte de los procesos innovadores.
A todos nos resultan conocidas frases como “las cosas siempre se han hecho así” o aquella máxima del mantenimiento “si algo funciona, no lo toques”, y pese a que de manera natural todos nos sentimos grandes innovadores y vemos el cambio como algo positivo, a la hora de la verdad nuestra parte conservadora busca que cuanto menos se mueva algo, mejor. Luchar contra esto es la causa principal por la que los grandes cambios disruptivos solo suelen llevarse a cabo cuando la determinación o incluso el propio cableado cerebral del innovador, ya sea individuo o empresa, son radicalmente distintos a los de los individuos o empresas exitosas del momento.
La estrategia de Billy y Peter pasa por eliminar cualquier sesgo cualitativo sobre el jugador y basarse en las estadísticas sobre su manera de jugar, sus movimientos, sus puntos dulces y zonas de bajo rendimiento, llegando a poner a jugadores en posiciones en las que nunca habían jugado, pero cuyo desempeño con la cruda frialdad de los números señalaba.
Tras eliminar a gran parte del equipo e incluso forzar a su entrenador a adoptar la alineación diseñada por Billy, las cosas siguen sin salir. El equipo se hunde.
En este punto el 90% de las personas abandona la estrategia. Es indiferente el trabajo previo realizado hasta el momento. Las dudas llegan y todo el entorno comienza a dudar, añadiendo todavía más presión a una caldera que aumenta la temperatura frenéticamente.
Esta zona es el temido valle por el que pasamos todos y lo que realmente marca la diferencia. Avanzar y continuar con la ejecución aquí es lo que realmente distingue al profesional del aficionado. Nada garantiza el éxito continuando con la ejecución, pero el abandono si garantiza el fracaso.
Por no destripar demasiado la película por si no la vieron, solo añadiremos que el metraje de la historia avanza y los resultados llegan, generando una nueva leyenda, un nuevo modo de acercarse a la selección de jugadores y una nueva moda de la cual quedarán algunas cosas muy útiles, otras con poco valor y otras que quizá mejor no hubiesen llegado. Esto es al fin y al cabo el proceso de la innovación, con sus claros y sus sombras.
A veces solo es necesario adoptar otro enfoque diferente y permanecer en el camino.
Si no han visto la película, les animamos a que lo hagan. Hay cosas que se explican mejor por sí mismas.
Jose V. Aguilar Salmerón